Para cambiar un hábito, hay que abordarlo desde ambas direcciones, tanto positiva como negativa. Esto se llama la estrategia de la pinza. Así es como funciona. Se diseña la peor consecuencia posible que se pueda imaginar, en relación con ese hábito, como un elemento disuasorio o un castigo desagradable, si se vuelve a caer en él y, por otro lado, también se atrae a sí mismo con el mejor incentivo posible si se toma la nueva dirección, mediante una mejor elección.
Ejemplos:
Digamos que quieres dejar de comer patatas fritas saladas y grasientas. Si te rindes y te comes una, tu castigo o medida disuasoria “autoinventada” podría ser que sigas con esa acción del pasado AHORA con un cuarto de cucharadita de rábano picante. Por el contrario, si logras pasar un día entero sin patatas fritas, te darás una “ficha” positiva (es decir, quizás de un tamaño más pequeño, como una moneda de veinticinco centavos, en un sobre para ese día), lo que te dará un premio aún mayor al final de la semana: un libro usado de tu elección en Amazon o AbeBooks.
Instrucciones:
Haz una lista de los hábitos que quieres cambiar. Escríbelos. Luego, diseña tu estrategia de pinza. Si no se te ocurre ninguna consecuencia negativa, pide ayuda a tu familia. No tendrán ningún problema en diseñar consecuencias espeluznantes que se adapten perfectamente a ti. Si los escuchas a ellos o a tu mejor yo, estarás deshaciéndote de los malos hábitos a diestro y siniestro :)
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