En esta serie de tres partes, analizaremos tres claves para una excelente crianza:
- Flotar sobre los comienzos.
- Enseñar el proceso de abnegación.
- Colgar la zanahoria de la inspiración.
Primera parte: Pase el cursor sobre los comienzos
Toda la vida tiene velocidad, por lo tanto, la dirección de los comienzos tiene profundas implicaciones. Todos los que educamos a nuestros hijos en casa tenemos una vaga noción de esto, o no lo haríamos. Básicamente nos hemos dicho a nosotros mismos: "No voy a delegar la crianza de mi hijo durante sus años más formativos a un completo desconocido (o a un desfile de desconocidos a lo largo de los años) de cualquier ideología y moral. Simplemente no lo voy a hacer". Las diversas "criaturas/maestros" que podrían terminar enseñando a nuestros hijos, si nos cruzamos en su camino, especialmente en estos días, pueden ser francamente aterradoras. Como directora, despedí a algunos de estos "lobos con piel de oveja", y eso fue hace unas décadas (antes de que las normas culturales se hubieran hundido hasta el punto en que lo han hecho hoy). Si supieras sus vidas privadas, te quedarías atónito.
Sin embargo, incluso cuando tenemos a nuestros hijos en casa, hay montañas de detalles de gran importancia que podemos pasar por alto. ¡Nuestro éxito está en que nos despertemos! No nos quedaremos dormidos al volante. Si nos fijamos con diligencia en todos los comienzos, en tantos como podamos, y tan minuciosamente como podamos, tendremos al menos una oportunidad de influir en nuestra progenie. Los entrenadores olímpicos lo saben "a la perfección", al igual que los padres de los pianistas de concierto: ambos comienzan su formación en el útero, ¡si es que es posible!
Desde el primer enredo de cordones de zapatos hasta el primer intento de cepillarse los dientes, los primeros trazos de caligrafía, la primera película mala que apagamos, el manejo adecuado de su primera mentira (¿de nuestros pequeños favoritos?), trazamos una trayectoria de vida. Esté presente, de cerca y en persona. Si, por ejemplo, nos centramos decididamente en la primera mentira y hacemos que "vuele la piel" y "damos en el clavo" con una o dos historias apasionantes sobre un compañero de una penitenciaría que alguna vez fue un niño de su edad, diluimos significativamente la posibilidad de que haya una segunda. Los comienzos lo son todo en embrión. Así que sea deliberado. Sea causal, no casual. La crianza sobresaliente no desprecia el día de los pequeños comienzos, se aferra a ese día, con los ojos bien abiertos en cada rincón, siempre concentrados en mantener el final a la vista.
Próxima publicación de esta serie de tres partes: la abnegación.