Los fuegos misteriosos de la gloria de Dios

Los fuegos misteriosos de la gloria de Dios

Renee EllisonMay 31, '20

Los incendios forestales son precisamente eso: incendios forestales. A menudo parecen nacer de la rebelión y la rabia, en la rebelión. Los fuegos de la gloria de Dios son exactamente lo opuesto. Son fuego contenido. Desafían la química. No se enfurecen; ¡se quedan quietos! El fuego de la zarza ardiente no tenía ningún interés en saltar a ninguna parte. Era un fuego de especificidad, de definición.

Los fuegos del caballo y del carro de Elías enmarcaban el caballo y el carro con un brillo más brillante que el oro, empeñados en llegar y partir con él, volando sobre sus bordes.

Como se describe en el Libro del Apocalipsis, Dios mismo está iluminado por el fuego. Él utiliza el agente físico más brillante que puede reunir para expresarse. Toma del espectro de luz lo que Él elige y luego envuelve esa luz a su alrededor en un fuego contenido pero vivo.

Las lenguas de fuego que tomaron posiciones momentáneas sobre las cabezas de los apóstoles en Pentecostés no quemaron nada.

La misión del fuego de la menorá de Janucá era simplemente seguir ardiendo, sin agrandarse. Contenida. Satisfecha.

Y luego tenemos rayos de fuego que Dios usa para quemar sus altares. Durante siglos, los hombres construyeron altares a Dios, esperando que Él los encendiera con el fuego de Su aprobación. El hombre construyó y esperó. No sólo Elías, sino también Caín y Abel, Job, Noé, Manoa (el padre de Gedeón) y Abraham buscaron el fuego de Dios. Prepararon leña para el fuego, sí, pero Dios fue su chispa. El fuego, su bendición.

Y luego tenemos la gloriosa columna de fuego que marcha como un soldado adinerado por el campamento durante 40 años, sin causar jamás temor alguno. El faro de Dios siempre cerca: “Él es luz a mis pies y lámpara a mi camino”.

Fuego contenido. La mayoría de sus santos sólo lo han visto a través de los ojos de las Escrituras. El Dios Todopoderoso, en cambio, no tiene reparos en vivir habitualmente en él, incluso en los días ordinarios. A lo largo de la historia, Él bautiza sus mayores actos con un fuego obediente. ¡Qué alegría desenfrenada debe tener en esos momentos, cuando esgrime un resplandor de “fuego de gloria” para lograr un efecto tecnológico que sorprenda al hombre! Una vez más vemos que Dios habla utilizando todo, sin detenerse ante nada, para amar y deleitar a su humanidad.

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