Para quienes AMAN el estudio de las Sagradas Escrituras (para quienes hace mucho tiempo que pasó de ser un deber a un placer) y para inspirar a sus hijos a convertirse en estudiantes de la Palabra de Dios, aquí hay algunas citas de Sir Robert Anderson (1841-1918). Fue un investigador de Scotland Yard que aplicó sus habilidades investigativas profesionales al estudio de la Biblia.
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El estudio de la Biblia es seguramente apropiado para despertar un interés entusiasta y exigir el ejercicio de todo talento que pueda aplicarse en él.
Toda la Escritura tiene un valor intrínseco si es que proviene de Dios mismo; además, una frase que en un momento puede parecer sin importancia, puede resultar ser un eslabón en la cadena de la verdad más completa de la que dependemos para la vida eterna.
Los escépticos pueden jactarse de tener profesores eruditos e incluso de doctores en teología en instituciones liberales, pero mencionen a uno solo de ellos que sepa algo de los misterios más profundos de Dios.
El estudiante de la Biblia que puede leer entre líneas encontrará allí trazado, a veces en contornos claros y nítidos, a veces vagamente, pero siempre discernible para el investigador paciente y devoto, el gran esquema de los consejos de Dios y su obra en y para este mundo nuestro desde la eternidad hasta la eternidad.
La Biblia es la revelación progresiva que Dios ha concedido al hombre. El creyente bien instruido encontrará en ella... un caudal inagotable de pruebas de que ES de Dios.
El verdadero estudio bíblico es una indagación en los consejos inescrutables, esas profundas riquezas de la sabiduría y el conocimiento divinos. A la luz de ese estudio, las Escrituras ya no son una compilación heterogénea de un libro religioso hebreo, sino un todo armonioso, del cual no se puede omitir ninguna parte sin destruir la integridad de la revelación.
El poder de las Escrituras para cambiarnos, depende de la presencia y operación de Dios en ellas.
La crisis de la crucifixión, que parecía la mayor catástrofe de todo lo que los antiguos profetas habían predicho sobre los propósitos de Dios para la tierra, abrió el camino a un propósito más amplio y glorioso TODAVÍA... (¡el ofrecimiento del don de la salvación también a los gentiles!). San Pablo dijo, al contemplar esta maravilla: "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!" (Romanos 11:33).
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