En primer lugar, es útil comprender su dolor, las partes que lo componen. Usted está sufriendo porque está en proceso de perder algo. El duelo tiene que ver con la pérdida. No solo está perdiendo a su ser querido, sino también el lugar que esa persona ocupaba en su vida. Está perdiendo el papel de compañero. Y está perdiendo el estilo de vida que tenía, y es consciente de que pronto estará creando/transformándose en un nuevo estilo de vida. Todos los cambios son difíciles, incluso los cambios que implican mejoras. Por lo tanto, es natural que sus emociones respondan a lo que su intelecto calcula que está sucediendo, a su "conocimiento" de que algo diferente está sucediendo.
También puede resultarle útil pensar en seguir adelante con una buena y saludable fortaleza en la participación en su propia vida, su futuro y su independencia. Es apropiado lamentarse, pero no dejarse abatir por el dolor, no volverse inoperante. Como podemos dejar estos grandes acontecimientos en manos de la soberanía de Dios, podemos afrontarlos con confianza y una sensación de bienestar. Él tiene el control de todo , y a veces nos aferramos a los momentos de la vida, por los que nunca hemos pasado antes. La pérdida del control, de la capacidad total para manejar todas las variables de nuestra vida, es en realidad el comienzo de la confianza. Dios tiene HOMBROS GRANDES.