“El que se aísla busca su propio deseo; se rebela contra todo buen juicio” (Proverbios 18:1, Nueva Versión Internacional).
Se supone que debemos estar ahí, relacionándonos con el mundo, trabajando, participando, luchando. Es la forma de lograr la máxima salud y BENEFICIO para nosotros.
Me encontré con estas palabras de Paul Tournier: “El ejemplo que nos da Jesucristo es sorprendente. Una vez que ha puesto su mano en el arado, nunca mira atrás”.
Recuerdo que mi padre comentaba que la vida del Señor se hizo más difícil hacia el final, sólo por un tiempo, pero la consumación fue (y puede ser) TODO. Puede tener resultados que IMPORTAN durante años.
Una mujer a la que estaba asesorando es madre de seis hijos adoptados. Una de sus hijas era adolescente y, después de toda una vida de amor por parte de su madre, ahora la rechazaba con comentarios llenos de odio, del tipo "Quítate el aliento".
Por cierto, hablando de tales rechazos, Isaac Watts fue rechazado por una mujer a la que le propuso matrimonio (simplemente por su APARIENCIA), si se pueden imaginar. Isaac Watts, que escribió más de 700 himnos profundos de la fe, reescribió los Salmos tres veces en varios ritmos de versos, porque había vivido en ellos tan a fondo, y predicó como un ángel del cielo mismo, sosteniendo a miles de personas en la palma de sus manos, o más bien en el abrazo de sus palabras – todas las cuales, podemos estar SEGUROS, eran OLVIDABLES de su apariencia. Esa mujer DEBIÓ haber sido una simplona :) Pero fue a partir de ESE dolor personal que él hizo crecer sus profundidades emergentes.
Agreguemos a esta imagen el poder de un padre (y/o un abuelo, un hermano, etc.). Nuestras oraciones no tienen fecha de vencimiento, ni fecha de caducidad; no están limitadas en el tiempo; estaban simbólicamente encarnadas en el incienso que se elevaba desde el altar en el Tabernáculo y más tarde en el Templo. Las oraciones de una persona justa son eficaces. Incluso pueden sentar las bases para cambios exitosos. Existen conexiones asombrosas en el reino espiritual que todos tenemos entre nosotros.
¡NADA, absolutamente nada, es un desperdicio si somos Suyos!