Estas palabras que el apóstol Pablo escribió a la iglesia de Tesalónica tienen mérito como instrucciones para los padres que educan a sus hijos en casa:
“Tened paz entre vosotros. 14 Os rogamos, hermanos, que amonestéis a los ociosos, que animéis a los desanimados, que sostengáis a los débiles y que seáis pacientes con todos. 15 Mirad que nadie pague a otro mal por mal, sino procurad siempre hacer el bien unos a otros y a todos. 16 Estad siempre alegres. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” ( 1 Tesalonicenses 5:13b-18, NVI)
Veamos las aplicaciones de estas instrucciones para un hogar piadoso. Un padre sabio tiene diferentes respuestas a diferentes comportamientos entre sus hijos. Según el versículo 14, si un niño es holgazán, necesita ser amonestado. Si un niño es tímido o le falta confianza, lo mejor es animarlo. Si es débil, acompáñelo con ayuda. Y sin importar la situación, la paciencia es la virtud piadosa de mamá y/o papá.
Los versículos 15-17 están repletos de principios para todas las conductas en el hogar, tanto de los padres como de los hijos. Los buenos padres enseñan a sus hijos a amarse unos a otros y a buscar siempre el cumplimiento de los mejores intereses de cada uno. Den el ejemplo de una alegría que prevalezca en el hogar y de una oración incesante (incluso cuando la oración sea un gesto de la voluntad en una fracción de segundo, sin palabras dichas o tal vez ni siquiera imaginadas). Y hagan que su hogar sea un lugar donde prevalezca la gratitud (a Dios y a todas las personas con las que cada uno de nosotros se relaciona en un día determinado). Eso es lo que Dios quiere para nosotros (y de nosotros), y Él lo bendecirá.