Una amiga escribió que ha estado “luchando con Génesis 32. Creo que Jacob definitivamente está luchando con Yeshua por dos cosas: la Escritura dice que lucha con un Hombre y luego dice que ha visto a Yah cara a cara (peniel). Un hombre que es Yah... Yeshua.
"Al principio Jacob prevalece, ¿o no? ¿Realmente deseamos prevalecer sobre Yeshua? Más tarde, cuando las cosas se invierten y Yeshua prevalece (es humillado), ¡en ese momento Jacob es bendecido!
“Nosotros también luchamos con el mundo (Esaú) y con nuestro Salvador. ¿Quién prevalecerá en nuestros corazones en cada momento del día? Debemos vencer al mundo y someternos a Abba Padre. ¡Queremos que Él prevalezca! Entonces seremos bendecidos. Cuando Él gane, nosotros ganaremos”.
Esto me hizo reflexionar un poco:
También creo que es fascinante que la lucha durara toda la noche. ¡En la mayoría de los combates de lucha, los hombres se agotan por completo en 15 minutos! Así que me he imaginado cómo era la lucha: aguantar tanto tiempo, tal vez muchas escaramuzas entre períodos de sueño, como entrar y salir de un sueño, o una mujer en labor de parto, momentos difíciles, con descansos entre ellos. Me imagino a ese ángel (el Señor), ¡a veces acostado sobre él! ¡Jacob inmovilizado bajo este cuerpo enorme, boca abajo! Jacob despertándose para tirarlo y retorcerse un poco más con él en el suelo (habiendo dejado hace tiempo la posición erguida/lucha) y luego tumbado allí sudando/agotado un poco más, y a veces el ángel acostado justo a su lado, cara a cara, horizontalmente, como si despertara y pensara: "Oh, no, aquí está todavía , está en mi cara... ¡aquí vamos de nuevo!" Jadeando, pensando: "Está bien, lloro "tío" por mi engaño. Está bien, si quieres sacarme mañana a través de mi hermano, está bien, está bien, está bien". Por otro lado, pensando... ajá... ahora puedo ver extrañamente cómo podría prevalecer si tú, SEÑOR, lo sometieras por mí, si te pido que la guerra mañana la hagas tú. Sí, lo haré.
Cada vez que despertaba, atravesaba otra capa de renuncia, pero extrañamente, al mismo tiempo, crecía una nueva esperanza, al lidiar con una entidad taaaaaan abrumadora —e implacable— y justamente exigente/purificadora con Su sola presencia. La lucha física era el paquete en el que se producía la transformación psicológica/espiritual. La entrega de la geografía del alma interior de Jacob. La conversión en kosher de su tierra interior. Este es verdaderamente uno de los momentos más sobrenaturales de las Escrituras.